Tendinopatia

Tendinopatía: causas, síntomas y tratamientos

La tendinopatía es una de esas lesiones que pueden aparecer casi sin darnos cuenta, pero que terminan afectando nuestra vida diaria. Quizá al principio solo notes una ligera molestia en el hombro cuando levantas el brazo, o un pequeño dolor en el tendón de Aquiles después de correr. Sin embargo, con el tiempo, esas molestias pueden volverse constantes, hasta el punto de que cualquier movimiento se convierte en una lucha contra el dolor.

A lo largo de los años, se ha pensado que la tendinopatía era solo una inflamación del tendón, lo que llevó a llamarla erróneamente «tendinitis». Ahora sabemos que es algo más complejo: no se trata solo de inflamación, sino de una degeneración progresiva del tejido del tendón, que pierde su estructura original, se debilita y se vuelve más vulnerable a la lesión.

¿Por qué aparece la tendinopatía?

Aunque solemos asociarla con el sobreuso, la realidad es que hay muchos factores que pueden desencadenarla. Es cierto que una carga repetitiva, ya sea por trabajo o por deporte, puede castigar los tendones y llevarlos al límite. Pero también influyen otros elementos como la edad, ciertas enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad, la genética e incluso el uso de algunos medicamentos.

Uno de los problemas más comunes es la falta de adaptación del tendón a los esfuerzos que le exigimos. Imagina que empiezas a correr después de un largo tiempo de inactividad, o que decides aumentar la intensidad de tus entrenamientos de golpe. Si los tendones no han tenido tiempo de fortalecerse, pueden verse sometidos a un estrés excesivo que termine dañando su estructura.

Cómo reconocer una tendinopatía

El dolor es el síntoma más característico, aunque no siempre aparece de la misma manera. En las primeras fases, puede ser solo una molestia leve que surge al iniciar una actividad y desaparece una vez que el cuerpo entra en calor. Esto es lo que hace que muchas personas sigan con su rutina sin darle importancia. Sin embargo, si no se trata a tiempo, el dolor empieza a volverse más persistente, hasta el punto de aparecer incluso en reposo o con actividades cotidianas tan simples como subir escaleras, levantar una bolsa de la compra o escribir en el ordenador.

Otro signo común es la rigidez matutina, esa sensación de que el tendón está «duro» al despertar o después de haber estado un tiempo sin moverse. En algunos casos, también se puede notar un engrosamiento en la zona afectada o una sensibilidad mayor al tocarla.

¿Se puede curar? Tratamientos efectivos para la tendinopatía

La buena noticia es que la tendinopatía no tiene por qué convertirse en un problema crónico si se aborda de la forma correcta. El tratamiento más efectivo es el ejercicio terapéutico, especialmente los ejercicios de carga progresiva que ayudan a recuperar la resistencia y la funcionalidad del tendón.

No se trata de dejar de moverse por miedo al dolor, sino de encontrar un equilibrio entre el descanso y el fortalecimiento. En este sentido, los ejercicios excéntricos, donde el músculo se contrae mientras se alarga, han demostrado ser muy eficaces. Por ejemplo, en el caso de la tendinopatía de Aquiles, una estrategia habitual es hacer elevaciones de talón, pero bajando lentamente para estimular la regeneración del tendón.

Además del ejercicio, en las primeras fases puede ser útil aplicar frío para aliviar el dolor o modificar temporalmente las actividades que sobrecargan la zona afectada. Sin embargo, es importante evitar soluciones rápidas como las infiltraciones de corticoides, ya que aunque pueden aliviar el dolor a corto plazo, a largo plazo pueden debilitar aún más el tendón y aumentar el riesgo de rotura.

En algunos casos, se pueden utilizar terapias complementarias como las ondas de choque o la aplicación de factores de crecimiento, aunque siempre dentro de un plan bien estructurado que incluya la reeducación del movimiento.

La importancia de la prevención

Uno de los errores más comunes es pensar en los tendones solo cuando duelen, cuando en realidad deberíamos cuidarlos antes de que aparezcan problemas. La prevención es clave, sobre todo en personas que realizan actividad física o que tienen trabajos que requieren movimientos repetitivos.

Un buen programa de fortalecimiento, combinado con una técnica adecuada y tiempos de descanso suficientes, puede marcar la diferencia entre un tendón sano y una lesión que tarde meses en curarse. La movilidad también juega un papel fundamental: mantener un rango de movimiento adecuado en las articulaciones ayuda a distribuir mejor las cargas y a reducir el estrés en los tendones.

Además, no hay que olvidar que el sedentarismo también es un enemigo. La falta de actividad reduce la capacidad del tendón para adaptarse a las demandas diarias, lo que lo hace más susceptible a lesiones cuando intentamos volver a movernos de forma más intensa.

La tendinopatía puede parecer una molestia menor al principio, pero si no se trata adecuadamente, puede convertirse en un problema serio que limite la calidad de vida. Afortunadamente, con un tratamiento basado en el ejercicio, una buena gestión del dolor y estrategias de prevención adecuadas es posible recuperarse y volver a la actividad sin limitaciones.

Si notas molestias en algún tendón, no esperes a que el dolor se vuelva insoportable. Un fisioterapeuta puede ayudarte a identificar el problema y diseñar un plan de recuperación adaptado a tus necesidades.

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